sábado, 10 de abril de 2010

Las Empresas Aseguradoras

Seguro que a usted ya le pasó algo desagradable con una empresa de seguros, porque lo único seguro es que si usted llegó a necesitar el seguro de dicha empresa, le aseguro que, al menos en principio, sufrió de una negativa, malos tratos, indefinición de responsables y jugaron con usted pasa la bola. Seguro.

Enfrentarse a una compañía de seguros, es como enfrentarse a un equipo de futbol americano, no solo por su gran tamaño y amenazador aspecto, si no porque tienen dos equipos en acción. Me explicó: tienen un equipo de atacantes que lo forman las líneas de ventas, integrado con gente agradable, amable y simpática, irresponsables en su mayoría, que le ofrecen el cielo y las estrellas y todo tipo de seguridad y confianza para que les compren una póliza, cobren su comisión y solo se vuelvan a acordar de uno cuando dicha póliza está por vencer.

Por otra parte, si usted sufre algún percance le indican que se ponga en contacto con Servicio a Clientes. Bueno, pues este departamento equivale al equipo defensivo de las aseguradoras, quienes harán todo lo posible por evitar el pago del seguro, aludiendo a la vigencia de su póliza, las coberturas a las que tiene derecho, en fin, un vía crucis que, en caso de rechazo, lo marca a usted como prospecto de fraude, ya que les “huele” mal que usted haya querido “sorprender” a la aseguradora por el simple hecho de solicitar que lo apoyen. Se pueden relatar varios ejemplos. Pero veamos uno solo en esta ocasión, que me describió un amigo:

El asegurado acude al médico por un problema respiratorio. Tiene más de 15 años pagando una póliza de gastos médicos mayores. Diez de ellos cubiertos en una póliza familiar y los últimos 5 con una póliza individual. El médico diagnóstica una obstrucción nasal por crecimiento de cornetes y pronostica su curación mediante una intervención quirúrgica. El paciente aprueba la recomendación del médico y éste acepta operarlo mediante el pago que determine la compañía de seguros indicándole al paciente los comprobantes que deben acompañar su solicitud para una cirugía programada.

El paciente, con todo y el susto de saberse material de quirófano, vuela por los comprobantes necesarios y, al día siguiente, un jueves, se presenta a las 3 de la tarde a la oficina correspondiente, donde le informan que a esa hora ya no se reciben solicitudes. Vuelve a la ventanilla el viernes a primera hora, le reciben los documentos y le informan que tendrá respuesta ¡en 5 días hábiles! En menos de 24 horas el Cliente ha recibido 2 ganchos al hígado, sin contar que los días condicionados se vuelven 7 por el sábado y el domingo, ya que para el Cliente todos los días son largos y suman a su desasosiego.

El jueves previo a la entrega del resultado, presa ya de los nervios por la dilatada espera, habla a la oficina de trámites y le dicen que hable precisamente el viernes. El viernes pues, habla de nuevo y le informan que su solicitud ha sido rechazada porque la póliza no está pagada. El Cliente recibe un recto al mentón y un rodillazo a los bajos que no vio el árbitro y solo alcanza a decir que la póliza se cobra trimestralmente, de manera automática con cargo a una tarjeta de crédito. Les hace ver su desatención e ineficacia remarcándoles que emplearon ¡una semana para darse cuenta que la póliza no esta pagada! Respuesta fulminante: “Hable usted con su Agente”.

Bueno, pues lo que sigue aumentó el desconcierto, ya que después de varios intentos le informaron que el Agente estaba en una convención y regresaría 3 días después. A la postre se demostró que la póliza estaba debidamente pagada, a lo que el médico de la oficina de trámites para cirugías programadas, contestó que esas cosas pasan porque ¡No es conveniente hacer pagos parciales! Sin comentarios.

El tremendo equipo defensivo de la aseguradora, no solo no se ablandó si no que volvió a la carga: después de los consabidos días de espera el Cliente olvidó el miedo de la operación por el terror a la cinismocracia cuando le informaron que nuevamente su solicitud fue rechazada y esta vez por que no cumplía con el período mínimo de espera de 2 años. El Cliente, imploró y aportó pruebas de que eso no era posible puesto que tenía 15 años pagando la póliza y que, en todo caso, les observó que el incumplimiento de tal requisito debieron habérselo hecho junto con el de la supuesta falta de pago.

A punto de tirar la toalla y cancelar su póliza ante esta nueva andanada de golpes con impactos en la zona del bajo vientre, el Cliente con apoyo del Agente, demostró mediante una carta tramitada ante la oficina matriz, la validez de la solicitud en cuestión con lo que tres semanas después se autorizó la operación.

En este caso, el Cliente ganó la pelea, y como en los cuentos de hadas, se recuperó del malestar en las vías respiratorias, aunque, dicen los que me contaron esta historia, que por los corajes sufridos, los ganchos al hígado y los rodillazos en zona baja, adquirió una alergia crónica a las compañías de seguros que se refleja en las ingles cuando le recuerdan puntual y eficazmente, que esta por vencer el pago de la póliza.

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