sábado, 25 de septiembre de 2010

UNAM: 100 años, Vasconcelos, Justo Sierra, …

La UNAM es heredera de la Real y Pontificia Universidad de México. Esta inició sus labores el 25 de enero de 1553 y aquella el 22 de septiembre de 1910. Su autonomía la obtuvo en 1929. En la práctica tenemos más de 400 años con educación superior en México, pero apena 100 años de creada con un pensamiento liberal.

La Universidad fue cerrada en los años de 1833, 1857, 1861 y definitivamente en 1865. No fue bien vista por los liberales, que la hacían ejemplo del retroceso. El emperador Maximiliano la reabrió para luego clausurarla. Al desaparecer la Universidad, quedaron establecimientos para el estudio de la medicina, la ingeniería, la teneduría de libros, la arquitectura y la jurisprudencia, a los que se sumó más adelante la Escuela de Agricultura.

Copio de las características y principios de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que es la máxima casa de estudios, la universidad más grande e importante de la nación; que tiene como propósito primordial estar al servicio del país y de la humanidad, así como formar profesionistas útiles a la sociedad, organizar y realizar investigaciones, principalmente acerca de las condiciones y problemas nacionales y extender con la mayor amplitud posible, los beneficios de la cultura y que como universidad autónoma es un organismo público, descentralizado del Estado, basada en los principios de libertad de cátedra y de investigación e inspirada en todas las corrientes del pensamiento, sin tomar parte en actividades militantes ni aceptar cualquier interés de tipo individual. En 2007, su campus central fue declarado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y en 2009 fue galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades y cabe destacar también, que los tres laureados con el Premio Nobel en México son egresados de esta máxima casa de estudios.

Méritos y sufrimientos aparte, en la ceremonia realizada en al Palacio de Minería en la Ciudad de México el jueves pasado, durante el otorgamiento de los 16 nuevos doctores Honoris Causa, el Ministro de Educación de España, también doctorado, Angel Gabilondo Pujol, “sentenció que nunca seremos del todo libres mientras no lo seamos todos; nunca nuestra palabra será efectiva y justa mientras el dolor y la pobreza alcancen a alguien”.

La UNAM ha dado la cara por la educación superior en México y la seguirá dando a la par de que en época reciente ha dejado de ser un monopolio en el sentido de que hay cada vez más nuevas opciones educativas, especialmente en el sector privado. Sin embargo, nunca como en la UNAM se verán reflejadas las necesidades profundas del pueblo mexicano. Esto implica que cada nuevo universitario deberá redoblar su sentido de responsabilidad, ética y compromiso para mejorar las condiciones de vida de quienes, muchas veces sin saberlo o sin tener plena conciencia de ello, sufragan con sus tributos la educación de quienes deben velar por lo más desprotegidos que, en muchos casos se convierten en sus más acérrimos enemigos y explotadores.

Son innegables las buenas aportaciones de la Universidad a la sociedad, sin embargo, en su duro andar ha sufrido y sigue enfrentando asaltos continuos a la unidad de propósitos y respeto a la diversidad de pensamiento. Parecería que pensar distinto, misión de toda Universidad, es causa necesaria de división interna.

Hoy mismo, las comunidades académicas se encuentran dislocadas por intereses políticos que se expresan mediante faltas a la ética, difamaciones, distorsiones informativas sobre el desempeño del personal académico, bloqueos presupuestales que privilegian el gasto burocrático por encima de la educación y que lesionan la concordia necesaria para que prevalezca la libertad de disentir, la crítica sin cortapisas y la reivindicación del sentido humanístico y artístico que ha cedido paso a la educación tecnológica, dicho esto sin objetar lo último.

La Universidad sigue su marcha sin pausa y con firmeza, pero como el mismo Rector José Narro Robles dice, “el pragmatismo y el egoísmo parecen ganar terreno cuando más necesaria resulta la solidaridad (…) ante la competencia destructiva y el individualismo extremo, además de que la acumulación de dinero y de bienes materiales se ha convertido en símbolos del éxito”. Por este camino, digo yo, acabaremos por perderlo todo inmersos en un mundo globalizado y metalizado. Ese no es nuestro camino. México tiene que enfrentar el proceso de globalización no con dinero, poderoso caballero, si no con valores que debemos rescatar de nuestra propia mexicanidad: justicia, libertad, solidaridad, identidad y compromiso, entre otros.

La construcción del futuro de México nace en la Universidad. Démosle apoyo, recursos, confianza y honor. Eso está en nuestras manos y será la mejor herencia para nuestros hijos. Con todas las críticas que carga Porfirio Díaz, hay algo que quizás fue una de sus aportaciones de mayor trascendencia: la refundación de la UNAM. ¡Baste recordar que aún era Presidente de México en septiembre de 1910! Cien años después estamos a la puerta de superar lo hecho por Díaz e inyectar a la Universidad un nuevo y superior impulso para otros 100 años.

¡POR MI RAZA HABLARA EL ESPIRITU!

sábado, 18 de septiembre de 2010

Y volver, volver, volver, …

Me dispongo a regresar a nuestro México lindo y querido. A revaluar y reconsiderar lo que somos, lo que podemos y lo que nos falta. A respirar aire limpio, a columpiar mi mirada en lo que algún día se llamó “la región más transparente del aire”. Territorio donde el frío aprieta pero no mata; donde el calor agobia pero no funde; donde abunda el agua y la tierra fértil; donde crece el maíz y cae la fruta sin apenas cultivarla

donde hay gente buena y educada aún sin pisar la escuela; donde hay solidaridad y afecto sin regateos para el propio y el extraño; donde se siente el orgullo de ser mexicano y de lo que significa nuestra música, comida, bailes y vestidos, manos artesanas, historia y luchas para fundar una nación, pirámides y templos, oro y plata, maíz y frijol, selva y mar, poesía y canción; humedad, esperanza, cultura.

En los lugares que estuve encontré serias contradicciones. De ellas no se puede seguir nada bueno. El conflicto está madurando y obligará, como antaño en la Francia de la Libertad, Igualdad y Fraternidad, a replantear un nuevo orden internacional. Como hasta ahora, esos países llevan la batuta y son ellos los que dictarán las nuevas formas de hacer las cosas y también, obviamente, serán los primeros en sufrir sus consecuencias de las que, lamentablemente, no estaremos exentos, porque nuestra libertad como nación está entrecomillada y, a 200 años de Dolores, los pueblos de Restoamérica siguen siendo dependientes, seguimos en la adolescencia del desarrollo económico. Lo que ahora está por verse es que nosotros no hagamos nada por influir en dicho proceso.

El ejemplo europeo más cercano, en general, a Restoamérica y, concretamente a México, es España. El PIB Per-cápita de España medido en dólares es de U$ 32,545 anuales, en tanto que el de México es de U$14,337, es decir, cada español gana un poco más del doble que cada mexicano, aunque en términos de enjundia laboral estamos parejones ya que en ambos países trabajamos lento. Pues bien, en España son riquillos pero su nivel de desempleo supera el 20%. De México más adelante seguiremos comentando.

En ese país se vive inmerso en un respetuoso orden pero con una fastidiosa monotonía. Me explico: el tráfico vehicular es ordenado, respetan al peatón, las calles y banquetas están perfectamente trazadas y niveladas; las vías rápidas son complejas, abundantes y eficientes; el transporte público es cómodo, pulcro y puntual; la atención en los hospitales públicos tipo IMSS, es rápida, eficaz y cumplida con previa cita; el centro histórico de cada pueblo es asombroso por su conservación, la calidad de sus edificios y monumentos y la diversidad de oferta cultural y artística. Pero salga usted del primer cuadro y diríjase a la periferia o transite por una carretera, todo le parecerá igual, bloques de edificios departamentales de estrechas dimensiones en infinita sucesión. La grandeza de su pasado se convierte en desgano urbano, en estandarización robótica de la vida y en frialdad de convivencia vecinal. En descargo, habrá que reconocer que este es un mal presente en todas las grandes ciudades.

También se observa en una ciudad como Madrid, situaciones que van desde el refinamiento en las grandes mesas, restaurantes, eventos y vestimenta de sus ciudadanos, hasta las expresiones cotidianas de la mayor vulgaridad y popularidad que usted se pueda imaginar. Porque una cosa es ser mal hablado como ocurre en muchas partes de nuestro país, en el trato personal y cotidiano y otra es ser soez, vulgar en la expresión y altisonante en la plática pública. Tan es así, que ni siquiera le puedo transcribir un ejemplo porque mi madre, si viviera, se volvería a morir y usted, me dejaría de leer.

Por último, entre otras muchas contradicciones, destaca el egoísmo social que esta haciendo de Europa un pueblo con envejecimiento colectivo. Es muy frecuente ver en la calle a madres y padres en edad avanzada, alrededor de los 40 años, con hijos recién nacidos. Alguien les dijo que primero se diviertan, que disfruten la soltería, que a lo sumo tengan 2 hijos y cuando eso suceda que paguen para que se los cuiden. Las consecuencias son múltiples: ¿quien va a pagar las pensiones de la gente que cada vez vive más? Si tenemos pocos hijos y tardamos mucho en tenerlos, ¿Quién va a mantener a los que pronto se harán viejos en relación a sus hijos y además vivirán más tiempo? En casi todos los países del mundo, unos por pobres y otros por viejos, el Estado confronta a la sociedad en cada ejercicio presupuestal, intentando afectar la partida de las pensiones.

Estimado lector, inercialmente parece que podemos así predecir nuestro futuro. Nos orientamos por vivir como los europeos y no digo USA porque al final es un pueblo europeo transplantado en América con la variante de pueblo democrático y avanzado en donde tienen cabida todas las razas del mundo, claro, sentados en las últimas filas, ya que en la práctica abundan sus ejemplos de discriminación y racismo. Me cuentan, porque no lo vi, que en Texas ponían letreros en algunos restaurantes donde advertían: “No damos servicio a negros, mexicanos y perros”. Mare, que lindo.

Que nos falta para ser un país desarrollado. Además de lo ya sabido, que tenemos recursos naturales con relativa abundancia, que tenemos un pueblo joven y fuerte, que nos falta un tramo de orden, disciplina y respeto para organizarnos mejor, que tenemos que bajarle un poco a la hueva y al trago y que ya no debemos pasarnos de vivos, por el bien de todos los que ya estamos y, particularmente, por los que nos vienen pisando los talones o están por nacer, tenemos, por encima de lo anterior, ¡que encontrar y reconocer nuestra identidad!

Digo la anterior porque no sabemos cabalmente lo que es ser mexicano (somos muchos México), no sabemos que festejamos en el Bicentenario de la Independencia (esta se reconoció en 1821, faltan 11 años), ya no sabemos de quien somos independientes, porque para todo y para ganar autoridad y validez sobre lo que se dice, subrayamos que ya se está haciendo en USA o en Europa. Todo lo copiamos (¿o nos lo imponen?, la moda, la música, las herramientas, los autos, la comida rápida, etc., etc. y, por si fuera poco, no sabemos que hacer para sacar a la mitad del país de la pobreza.

Bueno, pues lo anterior significa que debemos festejar el inicio de una Segunda Independencia, el reconocimiento de que somos un pueblo viejo, de origen indígena que ha venido evolucionando oprimido y lentamente, porque nos han engañado con que somos un pueblo nuevo, producto del mestizaje. Esta afirmación nos divide, nos confunde, no somos de aquí ni de allá. Divide y vencerás. No somos “Hispanoamericanos” o “latinoamericanos”, lo cual nos otorga una paternidad equivocada. En todo caso somos Indoamericanos, indios pues, que alguna vez fuimos invadidos, conquistados y saqueados por otros pueblos, interrumpiendo así nuestro desarrollo. Ser indios es nuestra raíz y esa debe ser nuestra identidad y motivo de orgullo y cuando rompamos la venda del mestizaje vamos a saber lo que somos y lo que queremos y lo vamos a lograr. Muchos “mestizos” se avergüenzan de sus paisanos indios. ¿Por qué no hablamos todos en Náhuatl o Maya? ¡Se oye tan bonito!

No somos más ni menos que otros pueblos. Pasa que la conquista nos ha confundido y eso lo promueven los nuevos conquistadores, empresarios de USA y de Europa y ahora de Asia. ¿Acaso no los mismos españoles fueron conquistados y sometidos por los árabes, incluso por más tiempo que ellos a nosotros y no se llaman Arabehispanos? A pesar de que les enchufaron una buena cantidad de sangre árabe, ¿no ellos se dicen solamente españoles? Y tantos pueblos conquistados por Roma y Grecia, ¿no mantienen su identidad? ¿Existe algún pueblo que se autodenomine Latinogalo o Grecoiraní? Ni maíz, Francia es Francia e Irán es Irán y a los Griegos, sus conquistadores, ni los voltean a ver. Pues así nosotros, somos Mexicas si ello engloba a los Olmecas, Zapotecas y Mayas entre muchos pueblos de este territorio que hoy llamamos México. Es más, ni siquiera somos indios, esos son los de la India. Somos Mexicas y punto.

Sigamos festejando este Bicentenario como el inicio de la 2ª. Independencia Mexica. ¡Viva la Independencia! ¡Vivan los próximos héroes! Apúntese, hay vacantes.

sábado, 11 de septiembre de 2010

USA en los extremos: deportes suicidas y terrorismo

En esta ocasión dedicaré nuestro espacio a comentar un par de cosas extremas que suceden en el país más poderoso del mundo, ejemplo y aspiración universal de nivel de vida, del sueño americano, al menos para muchos de los Restoamericanos: el futbol a su estilo, las motos y el ataque del 11 de septiembre.

Había visto algunas competencias, de manera parcial, de jóvenes empinados sobre una motocicleta conduciéndola a velocidades extremas compitiendo entre sí por la fama, la gloria y, por supuesto, el dinero y no pasa nada si invertimos este orden. Acepto que en ese veloz deporte del motociclismo, me embarga un cierto grado de fascinación porque en cada segundo puede producirse una espectacular colisión o una estrujante voltereta o, al menos, una agobiante derrapada; y entre vuelta y vuelta al circuito de competencia he pensado que no hay otro deporte más escalofriante e insensato que este, el de las motocicletas en pistas de alta velocidad y por ello lo clasifico como un deporte suicida.

En otros momentos, e igualmente de manera circunstancial y parcial, he visto algunos partidos de Futbol Americano. Igualmente confieso que me llamó de muy buen grado, entre otras muchas características, su organización, estructura, sistema y estrategias de juego y, particularmente, la aplicación justiciera de las cámaras de video que dirimen al instante cualquier controversia suscitada durante el juego y que aliviana la conciencia y los sentimientos de culpa, si los hubieren, de los sufridos nazarenos que, en otros deportes, en su atribulada actividad de impartir justicia durante el desarrollo del juego, casi siempre terminan crucificados.

Sin embargo, hay un detalle sobresaliente que los comentaristas deportivos expresan una y otra vez y que tiene que ver con el número creciente de lesiones ocurridas en el juego que afectan la osamenta, el sistema nervioso y el tejido muscular de los jugadores y que van desde fracturas expuestas de brazos y piernas hasta parálisis total del cuerpo y muertes por lesiones en el cráneo, pasando por alucinaciones, temblores y alteraciones de la conducta. Poco se sabe, estadísticamente, de estos casos, aunque mucho se comenta sobre ellos. Vamos, ni en el suicida deporte de las motos que compiten cada semana, se oye de dichos temas como ocurre con el futbol americano en el que, los equipos campeón y subcampeón, solo juegan 20 o 21 partidos por temporada. En el béisbol, p. ej., se juegan 120 partidos por campeonato.

Observo, que la causa de tales afecciones y descalabros, ocurren por la ingenua misión que se asigna a determinado jugador de recibir el balón a ciegas. El jugador que hace por la pelota únicamente se fija en ella, como si estuviera solo en el estadio, como si nadie pudiera darle un golpe artero o a mansalva y, desgraciadamente, esto es lo que ocurre; en tanto uno va por la pelota, varios más van por él, como perros de caza y violentamente se le van encima con la sana intención de arrancarle la cabeza o, al menos, algunas costillas a fin de que suelte el balón

Veamos otro ejemplo. En el box se enfrentan dos deportistas que frente a frente se dan de golpes. Cada uno puede ver las intenciones del otro y prevenir una acción de defensa en proporción a la velocidad y potencia del golpe hacia la zona dirigida y saben que nadie los atacará por la espalda, ni el árbitro aunque estuviera vendido. En el futbol americano, esto no es posible, porque al tiempo que un determinado jugador, digamos el receptor, observa solamente el balón, varios otros jugadores lo observan a él desde todos los puntos cardinales y, por el hecho de atajar la bola, sus adversarios adquieren el derecho de pegarle con toda su potencia, empleando todo el peso de su cuerpo, con alevosía, ventaja y, por si faltaran agravantes, tumultuariamente.

Así, el futbol americano parece una remenbranza del circo romano en el que aventaban a la arena a un indefenso cristiano contra varios hambrientos leones. Asimismo, dado que el jugador que recibe la bolita y por tanto la paliza, nunca sabe en el momento quien se la va a dar ni con que intensidad, entonces abro para este tipo de deportes con el agravante de la ceguera voluntaria o masoquista que ya hemos detallado, una clasificación especial con la que lo denominaremos como un deporte estúpidamente suicida. Por cierto, el miércoles pasado inició la temporada 2010-2011. En sus ratos libres observe lo que le cuento.

Hoy se cumplen 10 años del ataque incognito que sufrieran los Estados Unidos y aún quedan muchas dudas sobre el signatario de tan salvaje ejecución. De lo que no hay dudas es que fue el pueblo irakí quien pagó las consecuencias y de que aún faltan muchas lágrimas por derramar a pesar de la decida maniobra del gobierno del Nobel Obama, que ha tocado a retirada. La foto del inicio esta publicada en internet por el “Vikingo”.

Algunos aseguran saber la verdad, naturalmente muy distinta a la oficial. Qué saben pues lo que esta escondido detrás de las monumentales y gemelas estructuras, ambas destruidas y colapsadas, cuyo derrumbe aún nos deja atónitos, mirando una y otra vez las acciones reproducidas por la TV. ¡Esto no puede ser real! Como la invasión de los marcianos en la noche del 30 de octubre de 1938, cuando Orson Wells realizó una adaptación radiofónica de una novela (la Guerra de los Mundos) que causó una ola de terror en Estados Unidos por creer millones de radioescuchas que los marcianos invadían realmente la ciudad de New Jersey.

La otra verdad dice que los aviones eran virtuales, que realmente fueron misiles lanzados de una base a propósito, un autoatentado del gobierno de USA o la CIA, o de los que mandan sobre ellos. También dicen que las bases de las torres fueron cargadas de explosivos, estratégicamente colocados para provocar un derrumbe que oculta gravísimos intereses de estado.

Por ahora, en el décimo aniversario de esta tragedia, las opiniones son las mismas. No queda nada claro, sólo parcialidades de ambos supuestos culpables: Al Qaeda o terrorismo de estado. Estimado Lector, esta es una verdad del sueño americano, del nuevo imperio.

sábado, 4 de septiembre de 2010

El Desinforme Presidencial

“Siendo las 17:53 horas en el salón Protocolo del recinto de San Lázaro, el Secretario de Gobernación, Francisco Blake Mora, entregó el IV Informe de Gobierno del Presidente Felipe Calderón Hinojosa, que detalla el estado que guarda la administración pública federal, a la Comisión de Recepción del Congreso de la Unión encabezada por los presidentes de las Mesas Directivas de la Cámara de Diputados, Francisco Javier Ramírez Acuña y del Senado de la República, Manlio Fabio Beltrones Rivera.”

Así de formal y ceremonioso, estimado lector, fue la breve nota del comunicado de prensa que daba cuenta de tan importante documento para la República y tan venido a menos a causa de que no resiste la menor crítica, en particular cuando se contrasta contra la realidad a las cifras macroeconómicas que se presentan que, siendo ciertas en lo general, son inconsistentes con las carencias cotidianas que vive la mayoría del pueblo.

Es como si estuviéramos describiendo una nítida noche plagada de brillantes estrellas, casi nadie negaría que se trata de un bello y emotivo espectáculo, pero igualmente pocos negarían que de cerca las estrellas no son nada agradables, serían más bien como parajes pelones, inhóspitos, plenos de carencias y, sobre todo, tristes, muy tristes. Así puede ser la diferencia entre los planteamientos generales y las jodas particulares. Apenas el que las vive puede explicar lo que se siente.

Hagamos un sucinto recuento de lo que le platiqué a usted la semana pasada. Nos preguntamos que dirían en el IV Informe al respecto de los siguientes temas: ¿ya salimos de la crisis?, ¿se recupera el empleo?, ¿los precios no han subido?, ¿los salarios mejoran su poder adquisitivo?, ¿todos los mexicanos tienen ya garantizado el acceso a la atención médica? y ¿a la educación profesional? Aquí le adelantamos que todos estos temas serían mencionados y que la respuesta para cada uno sería positiva. También aseguramos que las respuestas a la pobreza, la criminalidad y el número de mexicanos hacia Estados Unidos con un sueño por equipaje en la mochila, serían de decrecimiento y tal cual lo dijeron.

Bueno, pues usted ya lo sabe, atiné a todas. Pero es que es muy fácil ser pitoniso, adivino o clarividente en este sufrido México. Cualquier chamaco que ya juegue a las vencidas en la calle le puede decir el contenido y el sentido de un Informe de Gobierno. Está bien, exageré, quise decir que hasta un analista de la bolsa de valores que cuando predice que una acción subirá de precio ocurre lo contrario, en el caso del Informe, nos dejaría helados por su nivel de precisión y predicción. Pero que no quede aquí, repacemos algunos temas.

¿Ya salimos de la crisis? Parece que sí. El presidente Calderón, destacó en su IV Informe de Gobierno que la economía mexicana, creció un 6.6 por ciento en el primer semestre del año, lo cual es un logro extraordinario considerando que el año pasado dicho indicador azotó espectacularmente a un menos 6.5%, como consecuencia de enfrentar la mayor recesión mundial en muchísimos años. Como quien dice, apenas volvimos al punto donde nos resbalamos el año pasado y por lo tanto, en el mejor de los casos, ha sido un año presidencial de recuperación y no de crecimiento.

¿Se recupera el empleo? Parece que si. El Presidente afirma que el PIB creció un 4.3% anual en el primer trimestre de este año y 7.6% en el segundo trimestre y que es la cifra más alto en los últimos 12 años y, yo le añado, muy probablemente la más alta a nivel mundial. Este punto no tiene mucha gracia, ya que cuando la economía mexicana pierde su nivel de competitividad por efecto de una crisis financiera, los productos mexicanos se abaratan en relación con los países desarrollados, principalmente de los Estados Unidos y ello provoca un aumento considerable de corto plazo en las exportaciones que se refleja positivamente en el crecimiento del PIB. En todo caso, los que se recuperaron fueron los exportadores y no los 575.163 empleos registrados en el Instituto Mexicano del Seguro Social durante los primeros siete meses y medio de este año, sin mencionarse las bajas por lo que no podemos saber cual fue el efecto neto.

¿Los precios no han subido? Parece que no, más bien han bajado El Primer Mandatario declara que “en este Año de la Patria, en el que conmemoramos el Bicentenario del inicio de la Independencia y el Centenario del inicio de la Revolución, los mexicanos debemos sentirnos profundamente orgullosos de nuestra historia y de nuestras tradiciones, así como del trabajo que estamos realizando para construir el México fuerte que habremos de heredar a las generaciones por venir”. ¿Y los precios? ¡Ah, bueno! Si se mide por el índice de la inflación, vamos de poca marcha: en 2008, el índice general de precios registró una tasa de 6.53; en 2009 fue de 3.57 y ahora en 2010 va en 3.64. ¡Hombre!, que son 7 décimas, en serio, no es nada. Yo creo que el de los abarrotes y el de la carne y el del pollo que expenden sus productos en el mercado, no leen el Informe, porque le suben y le suben a los precios de la comida.

¿Los salarios han mejorado su poder adquisitivo? Parece que sí. Porque el Jefe del Ejecutivo en su IV Informe dice que México conserva la confianza entre los inversionistas internacionales tras recibir 12.239 millones de dólares de Inversión Extranjera Directa (IED) en el primer semestre de 2010, un 23% más que la registrada en el mismo periodo del año anterior; asimismo, la cotización del peso recuperó un 16% de su valor, mientras que la bolsa creció más del 80%, ambos indicadores resultan de comparar los valores actuales a los momentos más críticos de marzo de 2009. ¿Y el salario, mejoró? Por otra parte, nuestro Presidente recordó la confianza y el apoyo de los mercados financieros a la política económica de México y mencionó al respecto, la renovación de una línea de crédito por 48.000 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional (FMI); además, aseguró que estos avances se alcanzaron gracias a su política económica de carácter anticíclico, responsable y oportuna sin deteriorar las finanzas públicas, como sucede en otros países y sucedió en el pasado en México. ¿Y el salario? El Gobierno Federal ha guiado todas sus acciones bajo el concepto de Desarrollo Humano Sustentable, que es el proceso permanente de ampliación de capacidades y libertades a fin de que todos los mexicanos puedan tener una vida digna sin comprometer el patrimonio de las generaciones futuras. Precisamente los avances en los ejes que conforman el Plan Nacional de Desarrollo, que requiere de acciones transversales en aspectos económicos, sociales, políticos y ambientales, persiguen este gran objetivo, a fin de que los mexicanos, sus familias y sus comunidades tengan más oportunidades para salir adelante.

- ¿Y el salario, con todo eso, mejoró su capacidad de compra? – Insistía Juan Pueblo.
- ¡Coño, que sí!
- Pues parece que no –Concluyó Juan, apesadumbrado.