sábado, 21 de agosto de 2010

Milán: Moda e Industria

Arribé a Milán por el aeropuerto de Malpensa sobre las 10:00 horas. De inmediato abordé un Alfa-Romeo con mi hermana menor para dirigirnos a un escenográfico pueblito que se llama Massa Marittima, a 450 km de distancia. Es muy probable apreciado lector, que la marca del auto se perciba como algo pedante, sin embargo, lo remarco porque en Italia se usan como en México el Datsun o el vosho y en Alemania los Mercedes Benz para taxis. En sendos casos son moneda corriente.

El principal de mis objetivos era asistir ese mismo día a la puesta en escena de la ópera Don Pascuale; regresar a Milán a la mañana siguiente y un día después llegar a Vinadio, otro pueblito fantástico enclavado en la cordillera que hace frontera con Francia (270 km más) y presenciar otra espléndida ópera, “Elixir de Amor”, ambas producto del genio musical de Gaetano Donizetti y emotivamente interpretadas por el tenor Ricardo Mirabelli a quién, de seguro, muy pronto veremos en México.

Otro objetivo era desde luego, en tan largo recorrido, husmear un poco en el ambiente provincial italiano, haciendo cuanta escala fuera posible, caminando unos minutos, tomando café en el corazón de sus pueblos y conversando sobre temas que dieron sustento a la cultura occidental y que aún, hoy en día, les permite mantener una importante influencia a nivel mundial.

A paso veloz tomé notas y café acerca de Génova (Cristóbal Colón), Portofino (escondite de famosos), Carrara (montañas de mármol y granito), Pissa (torre inclinada), San Galgano (el milagro de la espada clavada en la roca), Sienna (Palio y Duomo), Florencia (Maquiavelo, Miguel Angel, Galileo, Alighieri, Da Vince, Donatello, Rossini, ¡qué grupito!), Monza (autódromo) y Milán (moda e industria). Desde luego que no haré una reseña de cada lugar, que mucho me gustaría, pero no tengo espacio. Así que, ateniéndome a su amable comprensión, trataré de ofrecerle un poco de todo, un “shek”.

No se puede dejar de hacer comparaciones entre lo que se ve en Italia y México. Pero mire usted: el primero es un país de 300 mil km2 con 7,600 km de costas, casi lo mismo que tiene el segundo, 10,000 km, pero 6 veces más grande en territorio. Tienen 60 millones de habitantes con cerca del 95% urbana y, según encuestas no muy serias, el mágico mundo femenino sueña con un italiano en casa. A nosotros nos ocurre lo contrario, somos esencialmente rurales y aparecemos en los sueños de las féminas como atroces pesadillas.

No se porque pensaba que el maíz solo se conocía por foto en Europa, pero observo en Lombardía y la Toscana, grandes extensiones sembradas de tan substanciosa gramínea. Bueno, para mi asombro, en la propia ciudad de Milán, en solares baldíos, entre casas y departamentos de zonas altamente urbanizadas como Muggio, Desio o Monza, abundan elegantes maizales con sus penachos rubios y sus mazorcas de sonriente grano. Desde luego existe una sensible diferencia: mientras nosotros lo consumimos en forma de tortilla como artículo de lujo, ellos se lo embuten al ganado como alimento forrajero.

Otro punto distintivo, es que en México no recuerdo que se importe algún producto del extranjero y lo devolvamos al mundo transformado con un valor agregado. Estos césares si que lo hacen y de tutti-fruti. Importan trigo de Francia y lo devuelven en forma de spaghetti a todo el mundo; lo mismo hacen con el cacao de América o con el café de muchas partes del planeta el cual han desarrollado de manera espectacular no solo en cuanto al producto, si no en relación a sus derivados y accesorios para degustarlo.

La variedad de temas en los que somos asimétricos es tan vasta como distantes nos vemos. Nosotros celebramos bajo cualquier pretexto la Feria de las Flores, la Feria del Caballo, La más Bella del Ejido y con eso se llena el país de palenques, mariachis y jaripeos casi todo el año. Ellos hacen lo mismo y sus pueblos muy fiesteros van de gorgorito en gorgorito celebrando El Festival de Venecia, la Prima del Risorgimento, la Lírica in Piazza, etc., etc. y al palenque le llaman concierto y al mariachi, orquesta y al jaripeo, palio y a la canción popular, ópera y al final solo somos diferentes en la forma de divertirnos.

Nuestra base poblacional es muy joven y amplia. La de ellos, una nación rica y moderna es, por el contrario, muy pequeña y con crecimiento desde 1985 prácticamente de cero, con algunos años de decrecimiento. Es, por consiguiente, una población que ha envejecido rápidamente con una esperanza longeva de vida al nacer, alrededor de 80 años. ¿Quién va a pagar las pensiones que son crecientes? Problema muy serio que tienen en puerta.

Más puntos opuestos: la industria es el gran apoyo de la economía italiana. Se trata de una industria desarrollada, moderna y diversificada cuya producción en su mayor parte se exporta con destino principalmente a los propios miembros de la Unión Europea y a los Estados Unidos. La producción de hierro, acero y aluminio es notable y otro tanto se puede decir del gran desarrollo de la industria naval. Y ya picados también hay que mencionar la potencia de la industria química y especialmente la industria automovilística y del motor en general, muy localizada en el norte del país, que cubre todo el espectro automotor que va desde los pequeños autos biplazas hasta el carrazo de lujo. Tampoco podemos dejar de mencionar la poderosa industria de la bicicleta y de las motos y que señora no puede decir que ha sido felizmente poseedora de una máquina de coser italiana o un mediano agricultor de maquinaria agrícola o mexicanos más especializados que digan no haber recurrido a las construcciones aeronáuticas, la mecánica de precisión y a la textil de cuya abundante diversificación y diseño nace y se alimenta la moda italiana, de gran aprecio y prestigio en todo el mundo.

Es verdad, querido lector, que nos llevan por lo menos 400 años de ventaja con el agravante de que para los pueblos colonizados han sido casi los mismos años de explotación, sometimiento y saqueo de nuestras riquezas naturales pero, a estas alturas también, ¿no cree usted que se nos pasa la mano de llorones y por ello no podemos destacar en algunas poquitas cosas de las muchas en que destacan los picudos italianos? Y peor aún, ¿Cuándo un montón de esas cosas son producto de la imaginación y no de multimillonarios capitales inalcanzables? Tenemos que hacer algo y pronto.

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