sábado, 25 de septiembre de 2010

UNAM: 100 años, Vasconcelos, Justo Sierra, …

La UNAM es heredera de la Real y Pontificia Universidad de México. Esta inició sus labores el 25 de enero de 1553 y aquella el 22 de septiembre de 1910. Su autonomía la obtuvo en 1929. En la práctica tenemos más de 400 años con educación superior en México, pero apena 100 años de creada con un pensamiento liberal.

La Universidad fue cerrada en los años de 1833, 1857, 1861 y definitivamente en 1865. No fue bien vista por los liberales, que la hacían ejemplo del retroceso. El emperador Maximiliano la reabrió para luego clausurarla. Al desaparecer la Universidad, quedaron establecimientos para el estudio de la medicina, la ingeniería, la teneduría de libros, la arquitectura y la jurisprudencia, a los que se sumó más adelante la Escuela de Agricultura.

Copio de las características y principios de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que es la máxima casa de estudios, la universidad más grande e importante de la nación; que tiene como propósito primordial estar al servicio del país y de la humanidad, así como formar profesionistas útiles a la sociedad, organizar y realizar investigaciones, principalmente acerca de las condiciones y problemas nacionales y extender con la mayor amplitud posible, los beneficios de la cultura y que como universidad autónoma es un organismo público, descentralizado del Estado, basada en los principios de libertad de cátedra y de investigación e inspirada en todas las corrientes del pensamiento, sin tomar parte en actividades militantes ni aceptar cualquier interés de tipo individual. En 2007, su campus central fue declarado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y en 2009 fue galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades y cabe destacar también, que los tres laureados con el Premio Nobel en México son egresados de esta máxima casa de estudios.

Méritos y sufrimientos aparte, en la ceremonia realizada en al Palacio de Minería en la Ciudad de México el jueves pasado, durante el otorgamiento de los 16 nuevos doctores Honoris Causa, el Ministro de Educación de España, también doctorado, Angel Gabilondo Pujol, “sentenció que nunca seremos del todo libres mientras no lo seamos todos; nunca nuestra palabra será efectiva y justa mientras el dolor y la pobreza alcancen a alguien”.

La UNAM ha dado la cara por la educación superior en México y la seguirá dando a la par de que en época reciente ha dejado de ser un monopolio en el sentido de que hay cada vez más nuevas opciones educativas, especialmente en el sector privado. Sin embargo, nunca como en la UNAM se verán reflejadas las necesidades profundas del pueblo mexicano. Esto implica que cada nuevo universitario deberá redoblar su sentido de responsabilidad, ética y compromiso para mejorar las condiciones de vida de quienes, muchas veces sin saberlo o sin tener plena conciencia de ello, sufragan con sus tributos la educación de quienes deben velar por lo más desprotegidos que, en muchos casos se convierten en sus más acérrimos enemigos y explotadores.

Son innegables las buenas aportaciones de la Universidad a la sociedad, sin embargo, en su duro andar ha sufrido y sigue enfrentando asaltos continuos a la unidad de propósitos y respeto a la diversidad de pensamiento. Parecería que pensar distinto, misión de toda Universidad, es causa necesaria de división interna.

Hoy mismo, las comunidades académicas se encuentran dislocadas por intereses políticos que se expresan mediante faltas a la ética, difamaciones, distorsiones informativas sobre el desempeño del personal académico, bloqueos presupuestales que privilegian el gasto burocrático por encima de la educación y que lesionan la concordia necesaria para que prevalezca la libertad de disentir, la crítica sin cortapisas y la reivindicación del sentido humanístico y artístico que ha cedido paso a la educación tecnológica, dicho esto sin objetar lo último.

La Universidad sigue su marcha sin pausa y con firmeza, pero como el mismo Rector José Narro Robles dice, “el pragmatismo y el egoísmo parecen ganar terreno cuando más necesaria resulta la solidaridad (…) ante la competencia destructiva y el individualismo extremo, además de que la acumulación de dinero y de bienes materiales se ha convertido en símbolos del éxito”. Por este camino, digo yo, acabaremos por perderlo todo inmersos en un mundo globalizado y metalizado. Ese no es nuestro camino. México tiene que enfrentar el proceso de globalización no con dinero, poderoso caballero, si no con valores que debemos rescatar de nuestra propia mexicanidad: justicia, libertad, solidaridad, identidad y compromiso, entre otros.

La construcción del futuro de México nace en la Universidad. Démosle apoyo, recursos, confianza y honor. Eso está en nuestras manos y será la mejor herencia para nuestros hijos. Con todas las críticas que carga Porfirio Díaz, hay algo que quizás fue una de sus aportaciones de mayor trascendencia: la refundación de la UNAM. ¡Baste recordar que aún era Presidente de México en septiembre de 1910! Cien años después estamos a la puerta de superar lo hecho por Díaz e inyectar a la Universidad un nuevo y superior impulso para otros 100 años.

¡POR MI RAZA HABLARA EL ESPIRITU!

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