domingo, 9 de enero de 2011

Ganadores y Perdedores: 2010 y 2011

Muy apreciado Lector: ya estoy de vuelta después de un período vacacional que pasé muy a gusto acompañado de todos los que me son cercanos y queridos pero, el incomodo e inevitable pero de siempre, tengo que confesarle que lo extrañé. Así que, aprovecho, en esta mi primera colaboración del 2011, sumar mis mejores deseos y parabienes a sus proyectos para este nuevo año, deseándole éxito y salud en unión de su apreciable familia.

Pues bien o mejor dicho, pues mal, ya terminamos el año 2010 y la mayoría de los mexicanos damos gracias a la Guadalupana no por lo bien que nos fue en dicho año si no por haber sobrevivido a las balas que fue la única abundancia que se registró durante este año calientito que cerró con 15,564 ejecuciones (según algunas fuentes de información), que fueron todo un record, ya que solo en ese año hubieron más asesinatos que en el sexenio anterior.

Entre las pocas personas que en el 2010 les fue bien, destacan algunas que les fue escandalosamente bien, como es el caso del joven Mark Zuckerberg que a los 26 años acumula una fortuna personal estimada en unos ¡12,000 millones de dólares! En tanto que su empresa, Facebook, ha sido valuada en ¡¡50,000 millones de dólares!!, a la cual favorecen, ni más ni menos, 500 millones de usuarios en todo el planeta.

¿En donde está el escándalo? En la inmoralidad que va implícita en el desarrollo de la empresa capitalista que no distingue fronteras y genera profundas desigualdades entre los países y entre sus habitantes. El avalúo de Facebook supera con mucho el Producto Interno Bruto de Haití (6.4 MMD) o de Bolivia (9.5 MMD); Honduras (15.9 MMD), Nicaragua (7.3 MMD) y El Salvador (25.0 MMD). ¿A que otras tantas cosas puede equivaler el monto de Facebook? Por ejemplo, a casi tres veces el presupuesto total para la educación en México. Lo dicho, la riqueza de el joven Mark, es escandalosa.

Otro que le fue superbién fue a Don Juan, no al tenorio, si no a Don Juan Silva Meza, flamante Presidente de la Suprema Corte de Justicia. Aunque poca gente sabe quien es, en la práctica es el representante de uno de los tres poderes de la unión, el Poder Judicial, así como el Presidente Calderón lo es del Poder Ejecutivo. Bueno, pues en su tiempo, Don Benito Juárez ocupó también dicho cargo y a la par nos dejó un mensaje tan bueno como el archiconocido “El derecho al respeto ajeno, es la paz”. Tal mensaje sentencia: “Los funcionarios públicos deben vivir en la honrada medianía que proporciona la retribución que la Ley le señala”. El caso es que el ministro Silva Meza, deberá de agradecerle al Poder Legislativo, que le haya metido mano a las percepciones de los jueces y con ello romper todos los equilibrios asociados a la “honrada medianía” de Juárez, con la venia de la Suprema Corte de Justicia, porque a mi no me parece que los ingresos que recibirá el señor Silva Meza, sean medianos: 500 mil pesos al mes o 6 millones de pesos al año o ¡24 millones de pesos por el período de 4 años para el que fue elegido!

¿A quién más le fue bien? A los inversionistas extranjeros que se la “rifaron” con México al canalizar a la Bolsa Mexicana de Valores algo más de 156 mil millones de dólares y a cambio de ese valor espartano recibieron un rendimiento del 26.83% durante el histórico año del 2010, como lo calificó la propia Bolsa de Valores en su reporte anual, a pesar de que en dicho año prevaleció la volatilidad de los mercados internacionales y la incertidumbre sobre la economía mundial, apuntando además, que el principal indicador de la Bolsa superó en 41 ocasiones sus registros máximos históricos. Aunque no es lo mismo en términos de riesgo, a usted y a mí nos pagan un 3 o 4% anual por los ahorros que pudiéramos depositar en un banco.

Todo lo anterior ya es historia. Pero si volteamos al futuro inmediato, le aseguro aunque me quemen en leña verde por adivinar el porvenir, que si bien nos va, nos va a ir de la changada: la mayoría nos felicitaremos por el apoyo de la Guadalupana para sobrevivir a los balazos entre policías y ladrones (parece una tautología pero no es así, hay sus honrosas diferencias) y, con mayúscula envidia volveremos a ver que el chavo de Facebook aumentará su fortuna, que el ministro Silva cobrará otros 6 millones de pesotes y que los inversionistas extranjeros se llevarán otra buena tajada del producto elaborado con el sudor de la frente del trabajador mexicano. Pero no es todo, lo acabado de mencionar es la adivinanza fácil, hay otra todavía más fácil: la crisis seguirá en el 2011.

Algunos analistas con profundos conocimientos sobre las cuestiones económicas, han dicho que esta última crisis financiera, cuya pus explotó en el verano del 2007, es la peor que ha sufrido el mundo desde los años 30 del siglo pasado y la tercera mega crisis si se incluye la de 1873. Claro, si aceptamos que ha sido la peor, entonces no puede terminar tan rápido si las otras han durado períodos de alrededor de 10 años. Lo más grave de estos casos es que tienen como común denominador la producción de un alto desempleo de larga duración, que suele acompañarse además de una nueva redistribución o mejor dicho de una nueva concentración de la riqueza, de cambios tecnológicos que son, esencialmente, ahorradores de mano de obra. Ese es el sentido real del progreso.

En un artículo pasado mencionamos el caso de Grecia y en días muy recientes hemos podido constatar que las consecuencias de la crisis para el trabajador aún no se frenan. Hemos comprobado como las agencias calificadoras del riesgo país y los banqueros, exigen la aplicación de medidas tajantes de austeridad a cambo de préstamos del extranjero para ayudar al gobierno a cubrir sus deudas. Sabemos bien que austeridad significa exprimir a sus asalariados mediante recortes de personal, disminuciones de salario y aumentos de precio en los servicios del Estado, entre otras acciones.

Como Grecia, son varios los estados de Europa a los que su “deuda soberana” se les empieza a ser inmanejable. El término soberana, que denota independencia y autonomía de gestión en cada país, ahora ya es un término de risa en la medida de que la “deuda soberana” se ha convertido en una soberana deuda y que tienen su origen –lo dice Pepe Blanco, no yo-, en el “rescate” de los agentes más zánganos del planeta: los banqueros.

El descarrilamiento de la economía y, en consecuencia de las pérdidas de fuentes de trabajo, parece inevitable en la medida de que el capital financiero especulativo prevalezca sobre el capital productivo. Cuanto más se tarden los gobiernos en establecer las reglas que inviertan el proceso, es decir, que se someta el capital financiero especulativo al capital productivo, más seguro será el estallido de una crisis de proporciones catastróficas. Parecería que los gobiernos prefieren el suicidio antes que tocar los poderosos intereses del capital especulativo, ya que casi sería como reglamentar la muerte del rentista, la muerte del que vive del trabajo duro y tupido de los demás.

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