sábado, 15 de enero de 2011

Haití, a un año del terremoto

Usted, como yo, debió estar profundamente consternado por la tragedia que envuelve a nuestros hermanos de Haití, debido al macro sismo ocurrido el 12 enero del 210. Confieso que antes de este demoledor terremoto, he seguido con atención y pesar los más recientes y dramáticos sucesos ocurridos en lejanas tierras como los de Turkía y Afganistán, entre otros, o el tsunami asesino que devastó extensas zonas de la costa asiática, con saldos lacerantes en pérdidas humanas y materiales y que, con profunda pena lo escribo, no me produjeron el dolor tan grande que en ocasión del caso haitiano, he vivido como muchos otros mexicanos. No es una expiación ni mucho menos, pero en este caso la pena tan sentida, tal vez se deba a la cercanía de nuestros pueblos.

Haití, no cabe duda, se levantará de esta catástrofe. La solidaridad y compromiso de muchas naciones reconstruirán el país y le darán una nueva cara, mejor infraestructura, mejor urbanización, nuevas casas y edificios y un pueblo que encontrará nuevos caminos para unirse. Lo que llevará mucho más tiempo reconstruir será la resignación colectiva de la sociedad por la inaceptable pérdida de sus seres queridos, en especial de sus niños y jóvenes y de los que, en el caso de los primeros, quedan en la orfandad y el desamparo.

Por lo pronto, a un año de tan trágico suceso, todos los que compartimos la pena de esta enorme destrucción sufrida por el pueblo haitiano, debemos continuar colaborando con lo más urgente y, cada quien en la medida de sus posibilidades, aportar agua, alimentos y medicinas básicas para mantener las condiciones mínimas de sobrevivencia, en tanto se reorganiza la sociedad y llega la ayuda internacional en serio. Pero por lo que ha ocurrido en este largo año, es algo que aún se mira lejos, debido a la corrupción e ineficacia de su gobierno y la lucha por el poder que se recrudece entre unos 25 partidos políticos.

Quede claro, antes de continuar y no me malentienda, por favor, que en el caso de que usted se pregunte como puede ser posible que aboguemos por causas de ayuda humanitaria para otros países, cuando en nuestro propio país tenemos estados como el de Veracruz, verdaderamente damnificados por causas de los recientes temporales. Mi respuesta es que debemos mirar y ayudar a hacia ambos lados y señalar la dimensión de cada problema. En nuestro caso, la población afectada tal vez sea del 1%, por lo que para un país como México debiera ser relativamente fácil, reponer lo perdido. En Haití, en el tiempo que dura un semáforo, se destruyó el 70% del PIB y 40% de las casas, con un saldo de 300,000 mil muertos y un millón de personas viviendo en la calle bajo un toldo de plástico.

¿Que esta pasando? Pues lo que al burro del hortelano, cargado de agua y muriendo de sed. Dinero para la reconstrucción lo tienen: los países miembros de la ONU comprometieron 10,000 millones de euros para ejercerse durante 10 años, siendo los primeros 5,000 millones para los primeros 3 años. Este año se han ejercido apenas 1000 millones en tareas para suministrar agua y letrinas a los campamentos, armarlos, asignar servicios médicos y emplear a cientos de jóvenes con pala y pico para hacer labores de limpieza de escombros, a razón de 5 dólares al día por una por una jornada de 8 horas. El avance de dicha limpieza es apenas del 5%.

El Comité Internacional encargado de aplicar los recursos, argumenta que no puede avanzar porque los terrenos y calles de la ciudad siguen ocupados por los escombros; porque no les dan terrenos nuevos en la periferia de la ciudad, que son propiedad de unos cuantos terratenientes; porque no pueden expropiar dichos terrenos debido a que los diputados no se ponen de acuerdo. ¡Increíble!, ¿no? Cuando lo único que se necesita es levantar la mano y en eso los diputados son expertos. Por cierto, tampoco saben como armar y aprobar las nuevas reglas de construcción para el país. Entre tanto el dinero esta disponible y durmiendo sin prisa en los bancos suizos. ¿Qué más pasa?

Pues que la UNICEF debió de organizar un sistema Fast-Track de adopción para todos los niños desamparados y huérfanos a modo de que pudieran ser recibidos por familias de su propio país y del extranjero, a fin de evitar tajantemente, que pueda surgir algún tipo de tráfico de infantes. La UNICEF no avanza porque intervinieron los diputados que ahora están trabados con las cuotas de cuantos niños y cuantas niñas y bajo que garantías de cuidado y protección, deben asignarse a cada país receptor.

¿Le recuerdo una desgracia más para nuestros isleños hermanos? La epidemia del cólera que ellos desconocían y de la que culpan a cascos azules asiáticos de haberla traído. El cólera avanza a un ritmo de 40 muertos diarios y deja ya 3.700 muertos y más de 200.000 afectados. Las ONG coinciden en que la situación empieza a estar controlada.

Por si fuera poco, los cascos azules son ineficaces para detener a las bandas que merodean los campamentos en las noches con el propósito de atrapar a las mujeres, incluyendo niñas, que son impunemente violadas y a las que la justicia, cuando algunas de ellas denuncian el asalto, les dice que no pueden hacer nada. Algo más entre tanta desgracia sufrida por un pueblo hermano, tiene que ver con el hambre, ya que no ha sido posible organizarse para dar de comer 3 veces al día a una población de 1 millón de personas. Periodistas, entre ellos Jacobo García, de El Mundo de Madrid y diversas ONG, documentan que existe un hambre voraz que hace difícil conciliar el sueño. Las “actividades” inician a las seis de la mañana con la primera comida del día y. lo que hay en la casa que visitó García, es un vaso de agua y tres rodajas de plátano frito. En el lugar más pobre y, posiblemente, más triste del continente americano, media hora más tarde es un hervidero de gente sin oficio ni ingresos. Unos se enjabonan desnudos a la vista de todos, otros cocinan, otros adecentan la mugre, otros rezan, otros rebuscan entre los restos y los más afortunados terminan de dar forma a las trenzas de los más pequeños antes de salir hacia la escuela. Los más combativos recorren varias oficinas para dejar un currículum, escrito a mano, donde sólo aparece su nombre, teléfonos y profesión: albañil. ¡Es paradójico no encontrar trabajo en un país en reconstrucción! A las seis de la tarde cae la noche y se recrudece el hambre. Un hambre voraz. La cena será una revoltura de zanahoria con repollo y más agua. Por ello no faltan declaraciones de haitianos que aseguran que prefieren quedarse en la cama por debilidad en vez de salir a robar a nadie, aunque después de varios días sin comer les pase cualquier barbaridad por la cabeza.

Finalmente, apreciado Lector, aunque sea con latas de atún tenemos que seguir ayudando al pueblo haitiano, pues por la ineficacia de su gobierno para organizar y liderar la ayuda internacional, a un año del terremoto están en “punto muerto" y el pueblo muerto de hambre.

http://www.blogger.com/post-create.g?blogID=3612049201749971196

No hay comentarios:

Publicar un comentario