sábado, 13 de agosto de 2011

Stéphane Hessel: ¡Indignaos! y ¡Comprometeos!

“Después de 93 años, estoy cerca del final. El final para mí ya no está muy lejos. Pero todavía permítanme recordar a otros que actuaron basados en mi compromiso político. Fueron los años de resistencia a la ocupación Nazi -- y el programa de derechos sociales elaborado hace 66 años por el Consejo Nacional de la Resistencia. …” Así inicia Stéphane Hessel, último sobreviviente del equipo redactor de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, suscrita por la ONU en 1948, su pequeño y quizás por ello, profundo libro, titulado “Indignaos”, que precede a otro gran libro de crítica económica y política bajo el título de “Comprometeos”, mediante el cual asocia la problemática del desempleo, la pobreza mundial y la concentración creciente de la riqueza, con el poder supra-estructural alcanzado por el capitalismo financiero.

Hay que estar de acuerdo con Hessel porque el capital financiero y en particular el capital especulativo, no agrega valor a la economía, no produce ni un producto físico, vamos, ni un simple lápiz por ejemplo y, en cambio, por captar dinero de donde sobra y colocarlo, curiosamente, donde también sobra (operaciones de mercado secundario) y no donde se necesita, se queda con una parte de ese dinero. Fantasía pura, ganancias reales, poder sin cotas. Y por si esto fuera poco, los gobiernos les permiten crear empresas calificadoras que se encargan de calentar el jueguito aventándose la puntada de calificar el nivel de riesgo no solo de otras empresas que se desempeñan en los sectores productivos si no de países enteros. Juzgue usted la perversidad del procedimiento para quedarse con el dinero ajeno: A) las empresas financieras le sugieren a sus clientes que compren bonos de la deuda española o mexicana o de neverlandia, da igual, porque sus análisis les indican que es un buen momento dado el bajo riesgo que el país significa. Por supuesto, cobran una comisión a los clientes que compraron. B) detenerse aquí sería tanto como acabar el negocio, el cual tiene su chiste en comprar y vender continuamente, de modo que, pasado cierto tiempo le recomiendan a sus clientes que uno o varios de esos países o empresas muestran indicadores que en un futuro cercano podrían ser causa de problemas financieros y por ello aumentan su nivel de riesgo y por tanto sugieren que vendan la posición que tengan de esos bonos. Obviamente, también cobran una comisión a los clientes que vendieron. C) La consecuencia general es que al pobre país que califican de alto riesgo le parten la mandarina en gajos porque le provocan una crisis económica que no tenían, producto de un brutal atentado especulativo financiero y de la noche a la mañana se encuentran con que tienen que pagar tres veces más por los intereses de su deuda.

Un atentado especulativo explota al país entero, porque lo de menos sería pagar el capital y se acaba el problema. Pero cuando el monto de la deuda equivale al 50 % ó 60% ó más del ingreso nacional de un año, pues es obvio que se necesita tiempo para pagar ese capital junto con sus intereses. Es en este punto donde los especuladores arrinconan a un país y lo obligan a pagar intereses más altos so pena de retirarle el apoyo crediticio de la “comunidad” internacional. Lo que sigue es la tragedia de todos los días. Cada país atacado por el terrorismo financiero es forzado en consecuencia a reajustar su presupuesto restringiendo gastos e inversiones en casi todos los rubros, con el fin de destinar un porcentaje mayor al pago del servicio de la deuda, lo cual desencadena las crisis económicas que se reflejan en un aumento del desempleo, de la pobreza y de la transferencia de recursos de los muchos pobres a los pocos ricos. Diga usted si este proceso, que no es fácil de identificar, no es más violento que el ataque a las Torres Gemelas o causa directa de las revueltas callejeras que en días recientes mantienen asolada a la regia ciudad de Londres o los injustos intereses que paga España por su deuda (el triple de lo que paga Alemania) y que tiene al país con más de 4 millones de desempleados. En unos días el Metro de Madrid aumenta de 1€ a 1.50€. Este fuerte aumento, ¿afecta a los ricos? ¿Porqué no aumentar el gravamen a las utilidades en vez de a los pobres vía el Metro?, ¡porque los capitales se irían de España en tanto que los pobres se quedan! Todos estos hechos son motivo de profunda indignación.

Stéphane Hessel, cuyo alegato contra la indiferencia ha servido de inspiración a miles de “indignados”, » proclama ahora la necesidad de comprometerse a través de una crítica que se publica bajo el nombre de “¡Comprometeos! No basta con indignarse” y que significa abrirse al mundo y que supone decidir contra el determinismo histórico, que existe algo que inventar y que, asimismo, destruya las desigualdades sociales, la yuxtaposición de la extrema riqueza y la extrema pobreza, la falta de control del sistema económico, el aumento de la distancia entre los países ricos y los del tercer mundo, la injusticia social y la violencia no reprimida de los regímenes totalitarios. El hombre justo cree que la riqueza creada en la esfera del trabajo debe dominar sobre el poder del dinero. Esto lo asegura Hessel y anima a los jóvenes a resistir ante las cosas escandalosas que pasan en las sociedades contemporáneas y a todos, colectivamente, a encontrar las pistas a través de las cuales la internacional ciudadana en gestación, podrá dotar de vida este siglo, no para lograr el mejor de los mundos, sino un mundo viable. La indignación es causa del compromiso.

TROPEZON

La encuesta nacional de El Universal/Buendía&Laredo, por sus encabezados parecen querer suavizar la opinión de los encuestados respecto del Presidente Calderón y por ello apuntan que su popularidad esta baja pero estable. Esta nota suena como aquella de que es fea pero bigotona. No me ayudes compadre.

Madrid, Agosto del 2011
ricalmayab@hotmail.com

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