sábado, 23 de octubre de 2010

El Monte Pío, las Casas de Empeño y la Crisis

Cuando el agua nos llega al cuello, nos agarramos de cualquier cosa para poder flotar. Y en esta vida tan dispareja, lo que uno llora otro lo ríe. Producto de la reciente crisis económica en la que estamos zambullidos, he visto caer las cortinas de cualquier tipo de negocio y, al mismo tiempo, observo levantarse otras como el notable florecimiento de las casas de empeño. Que duda cabe, las “colas” ante las ventanillas de una casa de empeño, se alargan en proporción inversa a la disminución de las fuentes de trabajo. Uno llora, otro ríe.

La crisis afecta también al Gobierno en la medida que se cierran empresas y se cancelan nóminas, ya que disminuye su captación de impuestos. Sin embargo, tiene dos opciones para mantenerse en equilibrio: reducir su abultado gasto o atracar al ciudadano que aún conserve su empleo y, desde luego, a las empresas sobrevivientes. Como siempre, apreciado Lector, estoy de acuerdo con usted al apuntar hacia que lado jalará el Gobierno, ya que abundan las evidencias de que la segunda opción siempre será su preferida y el aumento de impuestos y pagos por los productos y servicios públicos, su instrumento idóneo, bendecidos ambos con la complacencia del Congreso de la Unión.

Pero los que no tienen poder, ni trabajo, ni influencias, ni amigos bien colocados; que los programas de solidaridad del gobierno no los alcanzan (porque en el camino se extravían los apoyos), que no tienen acceso al sistema financiero (los bancos ni los voltean a ver aunque son cerca de ¡40 millones de mexicanos¡); que, eso sí, tienen más necesidades que arena en el desierto, muchas bocas para alimentar y proteger del frío, deslaves e inundaciones, pobreza y enfermedades, ¿Qué pueden hacer para obtener un poco de dinero? Pues ya lo dije y lo están haciendo: alargar las “colas” en las casas de empeño pero, espérese tantito, no se empeñe con cualquiera.

¡Como han cambiado las cosas! El crédito prendario (el empeño, pues, que no es más que dejar algo en prenda como garantía del cumplimiento de un compromiso o de la devolución de un préstamo) se originó en el norte y centro de Italia entre 1462 y 1490, con el propósito de apoyar básicamente a la gente pobre y, entre ellos, al último escalón de agricultores y artesanos. Y, aunque usted no lo crea, gente buena lo hizo para contrarrestar la usura, el abuso a los más desprotegidos y ¡sin cobrar intereses! Una verdadera obra pía. En 1702, se funda en Madrid el primer Monte de Piedad y en México hasta 1775, por Don Pedro Romero de Terreros, con 300 mil pesos oro de su propio peculio. Ambos Montepíos con los mismos piadosos objetivos.

Pues así las cosas, entre donativos de pudientes personajes, limosnas de la Iglesia y aportaciones de las casas reales, se juntaba una lanita para los empeños sin fines de lucro. Sin embargo, cada vez más se manifestaron insuficientes los recursos y se hizo necesario cobrar intereses con el apoyo de la Iglesia Católica y las críticas de todo el mundo y hasta que, de nuevo al paso del tiempo, se reconoció el carácter benéfico del Monte Pío y el pago de un interés justo. En México, el Nacional Monte de Piedad ha cumplido ¡235 años! y ha superado todas las crisis económicas y políticas del país, incluyendo por supuesto, las guerras bicentenarias y centenarias, invasiones francesas y gringas y cualquier cantidad de cambios a las leyes que regulan el sistema financiero mexicano.

Si con el tiempo se perdió el piadoso empeño sin intereses, con el desarrollo de las economías más fuertes se perdió también el concepto de fines benéficos (que hoy sólo conservan los Monte Pío) y ha sido rebasado ampliamente como un negocio cualquiera cuyo objetivo principal es tener fines de lucro y ha proliferado a través de las casas de empeño. Nótese, por favor, esta diferencia: no es lo mismo una Casa de Empeño que un Monte de Piedad, aunque en la práctica suele confundirse y el descrédito popular agarra parejo. Siendo ambas empresas de carácter privado, las ganancias obtenidas en el caso de las casas de empeño, son un beneficio para sus dueños, en tanto que las ganancias obtenidas en un Monte de Piedad, se destinan a la beneficiencia pública, si no todo, al menos en un alto porcentaje. Se trata de instituciones sin fines de lucro.

Sin embargo, lo que más importa al usuario de este tipo de acceso al crédito, es el costo que finalmente paga al desempeñar una prenda. Para esto, una adecuada referencia debe ser el Costo Anual Total (CAT) del financiamiento y que es lo que usted paga por ese dinero que le prestan. Enseguida le transcribo un pequeño ejemplo tomado de un estudio de la PROFECO sobre alrededor de 250 negocios de empeño en todo el país (pocos comparados con USA donde operan unos 13 mil), en el que se relaciona lo que están cobrando al pignorante y que cito a continuación:

Las tres Casas de Empeño con el CAT más alto son Mister Money (362%), Prenda Fácil (300%) y Prendalana (261%); las dos más bajas son Sistema Prendario y Comercial (165%) y Morton Hall (138%). Los tres Bancos más altos en tarjeta de crédito son Santander (84%), Bancomer (81%) y Banamex (77%); los dos más bajos son Banorte (65%) e Inbursa (51%). Los únicos 3 Montes de Piedad IAP (Institución de Asistencia Pública) en México, registran los siguientes costos: Fundación Dondé (105%), Montepío Luz Saviñón (92%) y Nacional Monte de Piedad (48%). Resulta obvio, hoy en día, que se debe de hacer cola en el Nacional Monte de Piedad.

Finalmente, si usted requiere de una casa de empeño, considere lo siguiente: 1) antes de empeñar repase si tendrá los recursos necesarios para recuperar la prenda; 2) tome en cuenta el CAT de por lo menos tres casas de empeño; 3) Consulte en la Profeco si cuentan con un contrato registrado a fin de que no le incluyan claúsulas que lo estafen; 4) el visto bueno de PROFECO es importante porque si algo sale mal en el empeño podrá reclamar ante los organismos de protección al consumidor.

En mi modesta opinión, el Gobierno debería de desaparecer todas las casas de empeño (o por lo menos regularlas, p. ej., obligándolas a que exhiban el CAT del día de todas), fortalecer los Montes de Piedad asignándoles una partida presupuestal para que administren y crear su propio Monte de Piedad con una tasa prendaria cercana al cero porciento. Su costo de operación se lo podrían cargar a la Lotería Nacional, Melate y demás sorteos que dicen que son para la beneficiencia pública pero que en realidad operan para el lucimiento de los Gobiernos en turno. Hay quien dice que es la caja chica...

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