sábado, 7 de mayo de 2011

Reforma Laboral y Desempleo

Antier se recordó la Batalla de Puebla. Como en el Mundial de Sudáfrica le pegamos a los franceses, antes a pedradas, ahora a patadas. Unos días atrás se conmemoró el Día del Trabajo por los que trabajan. Antes lo festejaba el Presidente. Aunque tal vez se tomó en Roma una copa de vino de la región de Chianti a “nostra salute”. Pobre, tampoco tiene el don de la ubicuidad, nadie lo tiene, y no todos los años se beatifica a un Papa. En fin, seguimos en mayo y en pocos días estaremos venerando a nuestra madre. El resto del año nos la van a recordar por cualquier motivo. Antes era lo más sagrado. Por lo pronto, los Diputados se salvaron de obtener los recordatorios más floridos de este 10 de mayo, ya que no se aprobaron la Reforma Laboral durante el período ordinario de sesiones, mismo que concluyó el 30 de abril pasado. Como quien dice, también se salvo el mes de mayo de cargar con esa mancha.
 
En Quintana Roo, el propio Gobernador Borge Angulo, de las pocas autoridades en el país que dieron la cara en los desfiles de los trabajadores, envió “un mensaje de aliento a los trabajadores, de trabajo continuo, de trabajo en conjunto con ellos para que en Quintana Roo, mejoren las condiciones de trabajo, en todos los ámbitos y, -dijo estar- muy orgulloso de participar hombro con hombro con los trabajadores en este desfile del primero de mayo”. Sin embargo, no se manifestó por el congelamiento en San Lázaro de la Reforma Laboral, aunque se vislumbra que en su momento la apoyará en el sentido de que no se debe legislar al vapor un tema como este y que los legisladores deberán tener, primero, foros de consulta y participación para que tengan voz todas las partes; en esta columna creemos que es muy importante escuchar con cuidado todos los posicionamientos y creemos que así debe de ser porque, ni más ni menos, se estará legislando sobre el pan de cada día y no deben los legisladores en aras de la prisa temporal de la Cámaras, sustentarse en las declaraciones tan optimistas como irresponsables del líder del PAN, Gustavo Madero, quien proclama que aprobando esta reforma se liberan fuerzas para generar 800,000 empleos adicionales. Y no es así, en esencia, la reforma busca hacer más fácil y económico para el patrón, el despido de sus trabajadores.
 
Hace unos 20 años, estimado Lector, le aplicaron al suscrito un cuento preliminar de esta reforma. Un nuevo directivo, barbero a más no poder, le propuso al dueño de la empresa que nos hiciera un novedoso contrato para mejorar la productividad y, obviamente, las utilidades. Proponía, por una parte, escamotearle el pago de impuestos al gobierno y lo llamó “estrategia fiscal”; por otro lado, que el personal de ventas (“estrategia laboral”, éramos tres) firmáramos un contrato como prestadores de servicios independientes, aceptáramos una disminución de sueldo de un 50% y a cambio nos darían el “beneficio” de un excelente plan de comisiones e incentivos con lo que ganaríamos el doble o el triple de lo que percibíamos. –Carlos - me dijo con una seductora sonrisa-, ¿Qué te parece nuestra propuesta? ¡Excelente! - contesté sin pensarlo un segundo-, pero búsquense a otro chino para que les firme el contrato porque yo, me voy. Y me fui. Y llegué a mi casa y le conté a mi joven esposa que no tenía trabajo y ni un peso de ahorro. Yo quedé muy complacido porque salvé la dignidad de todos los trabajadores del mundo y ella se puso verde y nunca más volvió a dormir tranquila.
 
Hablando de dignidad, resulta ofensivo, dado el nivel general de precios en nuestro país, que el salario mínimo sea de $57.46 (Zona A). ¿Quién puede vivir con semejante paga? Concediendo que solamente sea un salario de referencia, tomemos entonces el salario promedio de cotización que reporta el IMSS y se observará una mejora, sin embargo, también se verá que está atornillado puesto que era de $230.50 en marzo del 2009; de $237.20 en igual mes del 2010 y de $248.30 en marzo de este año 2011. Observe usted que el primer aumento al año fue de 6 pesos con 70 céntimos y, en el segundo año, el aumento fue de 11 pesos con 10 centavos. De manera gruesa podemos decir que el salario aumento menos del 4% anual, en tanto que el índice oficial de precios al consumidor aumentó algo más del 6% anual. Es decir, año con año, el trabajador puede comprar menos cosas porque le aumentan más los precios que su salario. Por otro lado, el costo de la canasta básica aumenta entre un 10 y un 15% anual, aunque algunos productos de forma individual alcanzan aumentos hasta del 80% y no mire usted los aumentos en el precio de la gasolina que por vía del transporte afecta a la canasta básica, que aumentan prácticamente todo el año. La Reforma Laboral debe propiciar empleos bien pagados porque si no es así, el trabajador tendrá que laborar más horas para comprar lo mismo.
 
Que nos pasa. Las trompadas nos llueven por todos lados. Fíjese: los trabajadores que pueden ahorrar algunos pesos, les pagan en los bancos un interés que fluctúa en el 3% anual; pero si toman un crédito para vivienda les cobran un interés del 10 al 12% anual y, si llegaran a tener la necesidad de usar los servicios de una tarjeta de crédito, los agiobancos le zumban un rédito que va, aproximadamente, desde el 32% en IXE hasta un 62% en Banamex. Considere usted que estas tasas anuales varían constantemente. Don Nemecio Cruz, un respetable, esmerado y cumplido trabajador, el Día del Trabajo recibió un merecido reconocimiento público por 36 años de labores y un chequesote por $50,000; el mismo día se publicaba una caricatura de Zicky que mostraba los “reconocimientos” mensuales de una Diputada suplente que sustituía al titular por renuncia: $57,000 de dieta y $170,000 por prerrogativas. Ni modo Don Neme, el que a buen árbol se arrima, buena sombra lo cobija.

De verdad, que nos pasa. Somos un país grande, con 112 millones de personas pero un promedio bajo de escolaridad de 8.5 años y una población con algún tipo de empleo que equivale al 57% del total. ¿En que se ocupan gran parte de estas personas que tienen pocos estudios y ganan poco? Pues podría decirse que casi todo es empleo disfrazado o subempleo y que son personas desplazadas del campo que engrosan las ciudades solo para empeorar sus condiciones de vida. No es posible que un país subdesarrollado como el nuestro registre que el campo emplea el 14% de la fuerza de trabajo; el 24% la industria y la parte restante, el ¡62% en el sector servicios! O sea, que tenemos la misma estructura poblacional del primer mundo, ya que según datos del Censo INEGI 2010, las ciudades en México dan ocupación al 86% de los trabajadores. Total, estamos de cabeza, la realidad nos restriega en la cara la problemática de ciudades con mucha gente y poco trabajo y extensos campos con mucho trabajo y poca gente. Con razón todo está tan caro, al grado de que comprar un huevo cuesta un peso y ganar un peso cuesta lo contrario.





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