sábado, 25 de junio de 2011

¡Puras Mentiras!

Quien dice la mitad de la verdad, dice mentiras. Hace mucho que se conoce esta demoledora sentencia. Está en El Quijote. Y viene al caso porque no hay declaración que salga de algún funcionario del Gobierno Federal que no esté acomodada para dar un mensaje de optimismo al pueblo, tratando de obviar la parte negativa o dura o inconfesable de cualquier tema que sea de su responsabilidad.

Como jarana nos disparan las noticias del trimestre abril, mayo y lo que va de junio, presumiendo que se reduce el desempleo, que baja la inflación, que el poder adquisitivo de los mini salarios aumenta, que la clase media se suicida, perdón, se consolida, que se crean 750,000 empleos nuevos al año, bueno, que el crédito se ha vuelto accesible para la clase trabajadora (con la garantía de su nómina) y que somos de los países que tienen un menor desempleo entre los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la cual informa que la tasa de desempleo para el conjunto de las 34 naciones que la integran fue de 8.1% en abril, luego que el mes previo fue de 8.2 % contra el 5.10 % de México, también en abril y reportado por el INEGI.

El punto no es que nos puedan demostrar con sólidos números y depuradas estadísticas que la economía de México y de todos los mexicanos está cada día mejor, si no que dichas cifras no son congruentes con las carencias que tiene la mayoría de la población. Los números no mienten, pero los mentirosos hacen números. Vaya, el reporte del INEGI no lo cree ni el autonombrado gallo Lozano o el destacado Dr. Carstens que se desplaza en las pasarelas internacionales con nuestros impuestos buscando una chamba en el FMI o Cordero que, ese sí, se le ve en la cara, que se cree sus declaraciones.

Lo cierto es que la forma más fácil de pasarle el dedo por la boca a los esperanzados votantes, es ocultando la verdad con los promedios. Porqué no se aclara que, por ejemplo, de los 360 mil mexicanos que habrían encontrado ocupación remunerada en marzo pasado, cerca de 250 mil se ubicarían en el sector informal de la economía y alrededor de 110 mil en el formal (con registro en el IMSS), aunque de éstos más de 25 mil se emplearon de forma eventual. La baja calidad del empleo es dramática, 2 de cada 3 nuevos empleados en realidad no lo son porque están en sector informal de la economía, la que no paga impuestos ni prestaciones sociales pero que es un bombón para fomentar la corrupción haciéndose las autoridades de la “vista gorda”, aceptando “mordidas”. El reconocimiento oficial del desempleo es de 7.8% de la población económicamente activa, es decir, ¡3.7 millones de personas! Y la real, ¿de cuánto será?

Le doy, estimado Lector, otros numeritos que obtuve husmeando en los propios reportes del INEGI. El país registra un poco más de 2.7 millones de empresas. El párvulo Secretario de Hacienda, a quien le paso el tip, podría declarar que México es un emporio de empresarios y, estrictamente hablando, sería cierto. Lo que no diría es que el ¡95% son microempresas!, o sea, 2.6 millones de establecimiento que emplean a 5.4 millones de personas, o sea, dos personas por empresa; ¡qué es eso! ¿una empresa? ¿el plomero y su chalán?, ¿el taquero y su chalán?, ¿el jardinero y su chalán? y así hasta sumar millones. Tampoco diría que, en el otro extremo, solo hay 7,700 empresas que ocupan a 3 millones de empleados y que, para acabar pronto, son los que tienen los mejores empleos, las mayores remuneraciones y las más altas prestaciones. ¿Qué país es este? ¿Seguimos en Foxilandia?

La verdad no es la que se dice, si no la que se siente. La verdad es que como país no estamos bien. Las oportunidades para obtener un empleo formal y digno, son pocas y la comida cada vez está más cara y las empresas no encuentran clientes. Como en todo, hay excepciones: en este sexenio, a las agencias funerarias parece que no les ha ido mal. A los periodistas si: ¡los han cargado de plomo!



Columnista

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