Desde mi ventana,
Cuando la tarde me pone triste,
Me llegan voces párvulas como las aves
Que forman nubes
Y que veloces rasan los techos,
Rumbo al árbol amigo
Que amoroso cobija sus nidos.
Es la voz de un hombrecito,
No por suave menos firme
Y si por nueva siempre alegre,
Y mi corazón, que decae con la tarde,
Recupera el brío y lo siento sonreír.
El hombrecito, solo, todo el día,
Entre tanta gente
De una escuela que lo adoptó;
La madre, en el trabajo para darle de comer
Y el padre, no se sabe, voló, voló y voló.
Aún no cumple tres veranos
Y ya es el hombre de la casa.
A su madre la consuela
Con la mejilla en la mano,
Él no sabe porque llora
Pero siente que sus besos
Le devuelven la esperanza.
Desde mi ventana veo al hombrecito
Subir feliz la escalera de su casa.
Paso firme, voz de mando,
Y su madre a sus espaldas
Y yo los veo con tristeza
Y nada hay que pueda evitarlo.
¡Otra vez la tarde, otra vez el duelo!
Cuando viene a visitarme
Me pregunta si lo quiero,
Yo le doy unas galletas, unos dulces y un abrazo,
Y quisiera convertirme
Un minuto, un momento,
No su amigo, no su abuelo,
¡Si no el padre que ha perdido!
CERP
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